Juana Barraza Samperio nació el día 27 de diciembre de 1957 en Epazoyucan, Hidalgo (México) su padre Trinidad Barraza tuvo varios oficios, cobrador de camiones, policía judicial o ganadero, entre otros, además de todo esto aún le quedaba tiempo para procrear hijos, según sus propias palabras tuvo un total de treinta y dos. Su madre, Justa Samperio según cuentan las malas lenguas, se dedicaba a la prostitución y pasaba más tiempo borracha que serena. Cuando ambos se conocieron, él tenía unos 18 o 19 años y Justa apenas 13. La pareja tuvo otra niña a la que pusieron de nombre Ángela.Los padres de Juana nunca llegaron a casarse, vivieron juntos entre cuatro y cinco años hasta que un día Justa decidió terminar con la relación, huyó de casa con Juana, que apenas tenía tres meses, dejando a Ángela bajo los cuidados de un familiar.
Justa terminó viviendo con su madre, que residía en Villa Margarita, y con la pareja de esta, un hombre casado llamado Refugio Samperio, que con el tiempo termino siendo el amante de su propia hijastra. La pequeña sentía un gran cariño por su padrastro, que era el único que se encargaba de darle algo de educación y estar pendiente de las necesidades de la niña. Su progenitora prefería ahogar sus penas en el alcohol, ante este panorama no podemos decir que fuera una madre amorosa. Durante todo este tiempo Juana y su madre apenas se dirigían la palabra.
La adicción de Justa fue a mayores y un día en que se encontraba sin dinero para paliar su necesidad, cambio a la pequeña Juana por tres cervezas, poco le importó que aquel hombre abusara sexualmente de Juana. Durante cuatro años Juan Lugo abuso de la chica, llegando incluso a quedarse embarazada a los 13 años, aunque aquella vez el bebé no llego a nacer, Juana tuvo un aborto espontáneo. Tres años más tarde daba a luz a su primer hijo.
Los años fueron pasando y la madre de Juana murió debido a una cirrosis hepática, era tal el resentimiento que no atendió a las palabras de su padrastro y se negó en rotundo a acudir al velatorio para despedirla. Hacía mucho tiempo que la palabra madre le quedaba muy grande a la señora Justa.
Pasó algún tiempo hasta que José Lugo muere víctima de alcoholismo y Juana decide que ha llegado el momento de dejar atrás aquella vida de sin sabores y junto a su hijo emigra hasta Ciudad de México. Por primera vez parece que la suerte le sonríe y encuentra rápidamente trabajo en una fábrica de chocolate en la que permanece durante tres años, desde entonces a Juana le es imposible ni oler y probar este dulce.
En cuanto al amor, no podemos decir que nuestra protagonista fuera para nada afortunada, mantuvo dos relaciones más o menos estables, la primera con un alcohólico que se dedicaba a maltratarla siempre que tenía ocasión y después con un conductor de autobús relacionado con el narcotráfico, que termino por desaparecer, según cuentan pudo haber sido asesinado por algún tema relacionado con la droga.
Según os voy relatando la historia, parece que han pasado muchos años en la vida de Juana, pero a estas alturas solo tiene 23. Es en este momento cuando decide contraer matrimonio con Miguel Ángel Barrios García, con quien tuvo una hija llamada Erika. Cuando la pequeña tenía cuatro años deciden poner fin a esta unión. La vida amorosa de Juana es un no parar y tres años después comienza una relación con Félix Juárez Ramírez, con quien tuvo dos hijos más, José Marvin y Emma Ivonne, esta convivencia dura once años. Tres años después de su separación, Juana recibe uno de los peores mazazos de su vida, su hijo mayor José Enrique es asesinado en plena calle, víctima de un asalto, lo mataron a balazos con solo 24 años.
Juana intenta continuar con su vida, no era fácil, no había tenido educación y era prácticamente analfabeta, aunque siempre estaba trabajando en algo, vendiendo ropa, comida o gelatinas, no eran trabajos que le dejaran grandes reportes económicos, pero iba sacando a sus hijos adelante. La casualidad quiso que un día, mientras vendía palomitas en una pelea de lucha libre, un promotor se fijara en ella, por su complexión podía tener éxito en el mundo de la lucha. La mujer se lo pensó y termino aceptando, tomando como nombre el de “Dama del silencio” sin duda le iba estupendamente porque siempre fue una mujer extremadamente callada.
Ella misma se encargó del diseño del traje de lucha, en un principio eligió el negro como el color para representarla, seguramente tendría algo que ver con que al parecer era adoradora de la santa muerte, aunque luego ella misma se encargó de desmentir este dato. Al promotor no le gustó nada el color elegido que quería algo más femenino que pudiera representarla, finalmente sería el rosa y como máscara una mariposa.
Durante algún tiempo este fue su medio de vida, con cada pelea podía llevarse fácilmente entre doscientos o quinientos pesos. Juana era incansable con su preparación física, levantaba pesas de hasta cien kilos. Solía visitar con frecuencia el mercado de los brujos en la Ciudad De México para que le leyeran las cartas o hacerse con algún ungüento que mitigara sus frecuentes dolores de espalda.
Pero en una de aquellas subidas al ring sufrió una caída que la obligo a dejar su carrera de luchadora para evitar quedarse paralítica. Esto frustro a Juana sobremanera, ya que cada vez que subía al ring era una manera personal de desfogarse de su atormentado pasado. Decidió seguir en el mundo de la lucha como promotora de nuevos valores, pero fracasó en el intento.
En cuanto al amor, no podemos decir que nuestra protagonista fuera para nada afortunada, mantuvo dos relaciones más o menos estables, la primera con un alcohólico que se dedicaba a maltratarla siempre que tenía ocasión y después con un conductor de autobús relacionado con el narcotráfico, que termino por desaparecer, según cuentan pudo haber sido asesinado por algún tema relacionado con la droga.
Juana era, como dije antes, callada, introvertida, no quería que nadie supiera de sus sentimientos ni mostrar la inestabilidad económica que la rodeaba, intentaba dar una imagen en la calle con el fin de no dar lástima, no le gustaba dar pena, ella era una mujer ruda y no permitía compartir sus sentimientos con nadie. Como madre no se le puede reclamar nada, siempre atenta y responsable y procurando que sus hijos tuvieran las menores carencias posibles. No era tarea sencilla, no siempre los ingresos llegaban para paliar sus necesidades, posiblemente esto la llevó a cometer pequeños robos a los viandantes. Un tiempo después forma sociedad con Araceli Tapia Martínez, entre las dos entran a las casas donde atan a las ancianas y se llevan todo lo que les es posible. Este podríamos decir que es el inicio de su carrera criminal.
Araceli y Juana eran comadres y ambas solían trabajar juntas lavando ropa y haciendo diversos trabajos de limpieza en las casas que las requerían. Pero para Juana no era suficiente, y un día le propuso a Araceli cometer atracos en casas de personas mayores, el plan era vestirse como enfermeras (batas, blusa y pantalón blanco) con el fin de buscar ancianas y mediante el engaño de tomarles la tensión o ayudarles con la gestión del cobro de sus pensiones acceder a las casas. Una vez dentro robaban cualquier cosa de valor que hubiera en el domicilio. Aquella sociedad duró poco tiempo, aunque Araceli siguió por su cuenta con el robo a ancianos.
No se sabe que motivó a Juana a comenzar con la ola de asesinatos ni a ciencia cierta la fecha exacta del comienzo de estos, algunas fuentes apuntan 1998, pero no son pocos quienes toman el 2003 como la fecha de inicio.
La verdad es que si bien no se sabe el motivo de los asesinatos se presupone, Juana tiene muchas deudas a las que es incapaz de hacer frente y por si fuera poco todos los meses recibe la visita de un comandante de la policía, Moisés Flores Domínguez, que sabedor de los robos de Barraza decide extorsionarla si quiere que mantenga los labios cerrados. Las deudas, la extorsión y un cuarto hijo que acaba de llegar parece que fueron el detonante para dar el paso.
Y es aquí donde nos desviamos un poco del personaje de hoy, porque, aunque pudiera parecerlo, las muertes de ancianas no empiezan con Juana y esto llevaría tiempo después a algunos equívocos.
Esta ola de asesinatos sobre personas de la tercera edad comenzó en 1998, pero no fue hasta el 2004 cuando la policía se lo tomo en serio, tuvieron que pasar seis años para que realmente se pusieran a la búsqueda de los responsables.
María Amparo González sería la primera de las víctimas quien apareció estrangulada con un cable telefónico en su domicilio de la Unidad Modelo. Este caso jamás fue resuelto.
Un tiempo más tarde, en la colonia Álamos, un nuevo ataque, el responsable Alejandro Ovando Salvatierra que acaba de ser puesto en libertad tras cumplir una condena por robo. Alejandro tenía 27 años cuando accedió al interior de la vivienda donde se encontraba la anciana, llevaba un trapo en la mano con el que intentó taparle la boca, la mujer se defendió con uñas y dientes, pero no fue suficiente. El agresor se hizo con unas tijeras y trató de clavárselas en el cuello, aunque tampoco lo consiguió, la aguerrida señora conseguía zafarse de todas maneras. En aquel violento ataque termino por desnudarla y violarla anal y vaginalmente, pese a los gritos de la mujer que aseguraba estar enferma de SIDA. Cuando hubo consumado la violación intentó estrangularla con el sujetador. La mujer cayó inconsciente, momento que aprovecha Alejandro para apropiarse de 100 pesos y una grabadora. Después huyo del lugar sin saber que la anciana seguía con vida, con lo cual pudo dar una descripción de su agresor.
Alejandro Ovando Salvatierra es detenido y presentado ante los medios de comunicación como “El Mataviejitas”. Pero los crímenes continuaron a pesar de la detención de Alejandro.
Roberto Gustavo Gómez Sánchez, se hacía pasar por enfermero para ganarse la confianza de sus víctimas, una vez dentro se hacía con todo lo posible, después para colocar todos los objetos en el mercado negro contaba con la colaboración de su novia Alejandra Aquino Sánchez. Muchas de las ancianas que fueron objeto de sus robos terminaron muriendo debido a las palizas recibidas. Fueron capturados cuando intentaban cobrar un cheque, fruto de su último robo.
Hubo varios casos más de ataques ancianos durante los meses posteriores, la prensa ya estaba encima de la policía denunciando a diario la desidia de esta, no se podía tolerar que una figura tan querida como la de las abuelas para la sociedad mexicana estuviera en el punto de mira de atracadores y asesinos.
Y ahora y después de haberos puesto en contexto sobre lo que sucedía en aquellos años, volvemos a Juana.
El 25 de noviembre de 2002, sobre las seis de la tarde, Esteban recibe la llamada de su suegra pidiéndole auxilio, era María de la luz González, cuando llega a la casa la verja está abierta, pero la puerta de acceso a la vivienda se encuentra cerrada, no ha sido forzada. Cuando accede al interior se encuentra a su suegra en el suelo, la mujer a duras penas puede contarle que había dejado entrar a una trabajadora social y que fue esta quien la robó, golpeó y trató de estrangularla. Esteban lleva a su suegra hasta el sofá, pero son tantos los golpes sufridos por la anciana que muere a los pocos minutos.
Cuando la policía llega a la casa comprueban que en la ropa de la anciana no hay signos de desgarros, su cuerpo a simple vista, ni tan siquiera mostraba heridas de haberse defendido. Encima de la mesa del comedor los agentes encontraron un neceser azul, con signos de haber sido forzado, todo estaba revuelto en su interior. Ya en el dormitorio y sobre la cama de la víctima, un pequeño joyero del que faltaban numerosas joyas y relojes, además de dinero en efectivo. La policía científica pudo hallar tres huellas parciales en el interior de la caja.
Las habitaciones de la parte superior habían sido saqueadas y estaban completamente revueltas, María, la hija de la víctima, pudo encontrar un pendiente con forma de pato que no pertenecía a su madre.
La autopsia de la anciana reveló que su riñón derecho mostraba contusiones y desgarros y el izquierdo tenía un color pálido como consecuencia de numerosos golpes realizados con arma sólida. Su muerte se produjo como consecuencia de los numerosos golpes recibidos en la zona abdominal y torácica. Al parecer la mujer se vio sorprendida por alguien que la golpeo sin piedad. Su cuello presentaba un surco de forma circular por debajo del cartílago tiroides, y rasguños irregulares en las zonas anterior, derecha e izquierda, lo que no dejaba lugar a dudas de que las manos de su agresor habían sido el agente constrictor.
Al parecer y como contó Juana tiempo después, se encontró con la anciana en la calle y se ofreció para lavarle la ropa, una vez en la casa, la mujer no estaba de acuerdo con el precio que Juana pedía por sus servicios, recriminándole que ella conocía a las de su clase y que solo querían aprovecharse de personas como ella, esto enfureció a Juana que no pudo contener su ira y acabo con la vida de la señora. El crimen fue atribuido a un hombre, nadie podía imaginar que aquel acto tan brutal hubiera sido realizado por una mujer.
Juana no trabajaba del todo sola, Francisco Torres Herrera era un taxista que acompañaba a Juana en sus robos y asesinatos, él la esperaba a fuera con el taxi preparado para comenzar la huida.
El 2 de marzo de 2003 Juana ya había elegido su siguiente víctima, era Guillermina León Oropeza vivía en la colonia Juárez. Tenía 84 años y murió estrangulada, una vez Juana termino con ella, la dejó sentada en un sillón.
El 25 de julio de 2003 La mataviejitas asesino a María Guadalupe Aguilar Cortina, de 86 años, accedió al domicilio con la excusa de darle un masaje en las piernas, la mato en el dormitorio, después se apropió de joyas y dinero, dejando encima del cadáver toda la ropa que saco del armario además de numerosos papeles.
El 9 de octubre Juana vuelve actuar, su víctima, María del Carmen Muñoz Cote de Galván, de 78 años. A esta mujer la estrangulo con el estetoscopio y la dejo tirada en el suelo de la cocina, después se hizo con cuanta cosa de valor encontró y emprendió su huida.
Mientras todo esto sucedía, la policía parecía haberse puesto las pilas y el 7 de marzo de 2004 detienen a Araceli Vázquez García, a la que se le otorga el dudoso honor de ser “La Mataviejitas”. Esta mujer tenía 40 años y se hacía pasar por asistenta social con el fin de ganarse la confianza de las ancianas, en un primer lugar solo se centraría en los robos, pero pronto paso del maltrato al asesinato de sus víctimas. Es en su último ataque a María Margarita Acebes Quezada de 75 años, cuando Araceli deja una huella en un vaso por la que pudo ser identificada. Ella siempre negó que hubiera matado a alguien, aunque sí admitió los robos “yo no mate, yo no mate, si robé, no es justificación tampoco, es algo bien grave, pero nunca mate a nadie, esa es mi realidad, yo espero que Dios me ayude, que me ayude de verdad, porque solo quiero una oportunidad de irme “fue sentenciada a 23 años de prisión.
El martes 4 de noviembre de 2003 Juana ataca de nuevo, como siempre con engaños, se ganó la confianza de Lucrecia Elsa Calvo Marroquín, de 85 años, haciéndose pasar por asistente social, accedió a la vivienda donde estranguló a Lucrecia con un cordón en un ataque tan sumamente violento que causó un profundo corte en el cuello de su víctima. Después comenzó a desvalijar el apartamento tal y como momentos antes había hecho con el de su vecina Emma Régules Genesta.
Juana estaba desatada y tan solo quince días después asesinó a Natalia Torres Castro, de 85 años. Cuando abandonaba el domicilio fue vista por algunos vecinos que declararon más tarde que iba vestida de enfermera y con una bolsa de plástico en la mano.
El 28 de noviembre de 2003 cometió un nuevo ataque, su víctima, Alicia Cota Ducoin de 76 años, le ofreció sus servicios para gestionar una ayuda económica para la tercera edad, fue estrangulada como las anteriores.
Durante el mes de diciembre no comete ningún crimen, empleó este mes en pasar unas vacaciones con sus hijos.
Mientras tanto, la policía seguía dando palos de ciego y en esta ocasión detuvieron a Matilde Sánchez Gallegos, una enfermera a la que acusaron de ser la Mataviejitas, gracias a la intervención de sus compañeros y familiares que aseguraron que ese mismo mes Matilde había sido sometida a una histerectomía y, por lo tanto, estuvo convaleciente pudo demostrar su inocencia.
Después de sus Vacaciones, Juana regresó con más fuerza si cabe y el 20 de febrero del 2004 roba y asesina a Alicia González Castillo.
El miércoles 25 de febrero Andrea Tecante Carreto, de 74, es hallada muerta en su habitación de la misma manera que el resto de las víctimas.
Sábado 20 de marzo 2004 Carmen Cardona Rodea, 76 años, es encontrada por su nieto y un sobrino en el sillón de su sala de estar golpeada y estrangulada.
Tan solo seis días después, Juana Barraza accede a la vivienda de Socorro Enedina Martínez Pajares, de 76 años, tras mantener una animada conversación, la golpeó en la cara para estrangularla después con un cordón.
El 24 de mayo de 2004 La Mataviejitas asesinó a Guadalupe González Sánchez de 74 años, vuelve hacerse pasar por enfermera para granjearse la confianza de la mujer, una vez dentro la golpeó con saña usando una técnica de lucha libre que la empujó hasta un sillón donde termino siendo estrangulada con dos cordones de plástico que dejó atados alrededor del cuello de la anciana.
El día 25 de junio su siguiente víctima fue Esthela Cantoral Trejo, la pobre mujer tenía por costumbre salir a la puerta de su vivienda para conversar con las vecinas, es justo allí cuando tiene la desgracia de encontrarse con Juana. Mantuvieron una animada conversación y en un momento dado Juana se ofrece para darle unos masajes en sus cansadas piernas, la mujer encantada la hace pasar a la casa donde incluso la invita a una taza de café, en un momento de despiste de la anciana la sorprende por detrás para estrangularla con el estetoscopio, ejerció tal presión que reventó los oídos de su víctima. La dejó sobre un sillón poniéndola en la cabeza un tapete, después se dedicó a desvalijar el domicilio.
Juana apenas descansa de un crimen a otro y el día 1 de julio asesinó a Delfina González Castillo, de 92 años. Siguió con la costumbre de apalearla y estrangularla. La policía en un principio sospechó de su hijo, con el que la anciana tenía discusiones a menudo debido a la adición de este a la marihuana y la cocaína, pero apenas dos días después un nuevo crimen disipo todas las dudas sobre su culpabilidad.
En esta ocasión estrangulo a María Virginia Xelhuatzi Tizapan mismo modus operandi que con las anteriores.
Siguientes ataques: •lunes 19 de julio del 2004, María Ángeles Cortés Reynoso 84 años. •31 de agosto del 2004, Margarita Martell Vázquez, 72 años. •29 de septiembre, Simona Bedolla Ayala, 79 años. •24 de octubre, María Dolores Martínez Benavides, 70 años. •9 de noviembre, Margarita Arredondo Rodríguez, 83 años. •El 17 de noviembre asesinó a María Imelda Estrada Pérez, de 76 años.
Este sería el último ataque del año, ya que como era costumbre en Juana, diciembre lo reservaba para pasar las fiestas en familia y disfrutar de unas vacaciones.
•11 de enero 2005, Julia Veran Duplan, 60 años. •10 de febrero, María Elena Mendoza Valladares, 59 años. •13 de abril, María Elisa Pérez Moreno, 76 años. En este caso, Juana deja una huella en una de las sillas del comedor, además de ser vista por un vecino, Javier García Calderón, quien facilitó su descripción a la policía. 19 de abril, Carolina Robledo,79 años. •20 de abril, Ana María Velázquez Díaz, 72 años. •15 de mayo, Delfina Quinos de la Rosa, 76 años. •17 de junio, Celia Villaliz Morales, 78 años.
En días posteriores Juana se dispuso a atacar de nuevo mientras estaba en la casa de la futura víctima, apareció uno de los nietos de la anciana con una pierna enyesada, así que le pidió a Juana que mirara su radiografía, esta no pudo negarse y como Juana nunca usaba guantes dejó sus huellas dactilares.
•20 de julio, Emma Armenta Aguayo, 80 años. •9 de agosto, Emma Reyes Peña, 72 años. • 11 de agosto, Carmen Sánchez Serrano, 76 años. •15 de agosto, Dolores Concepción Silva Calva, 91 años.
El 28 de septiembre la suerte va a dejar de lado a Juana Barraza, accede a la vivienda de María del Carmen Camila González Miguel, haciéndose pasar, como era habitual por trabajadora social, la verdad que lo que Juana la estaba contando a la anciana no le interesaba en absoluto, ya que la mujer era de una clase social alta sin problemas económicos. A Juana la deslumbró la casa allí podía sacar un buen botín, así que procedió como siempre estrangulando a la mujer para después hacerse con todo lo posible. Lo que Juana no contaba es que el hijo de la víctima era uno de los criminalistas más respetados de México.
Aun así, Juana, creyéndose impune ese mismo día, vuelve atacar de nuevo, en esta ocasión, contra Guadalupe Oliver Contreras, de 85 años, una pobre mujer con inmensidad de problemas económicos y que vio el cielo abierto con la ayuda que le ofreció Juana con la tramitación de los papeles para que fuera beneficiaria de una ayuda económica ofrecida por el Gobierno. Una vez dentro de la casa procedió como de costumbre, termino con la vida de Guadalupe, robo joyas y dinero y se marchó, dejando el cadáver sentado en un sillón. Algunos testigos afirmaron que vieron a la víctima entrar en casa acompañada de un travesti, debido a los rasgos masculinos de Juana.
Tras el asesinato de la madre del criminalista Luis Rafael Moreno González y la presión que este ejerció, ahora si era prioritario la detención del asesino serial. Hasta este momento las autoridades se negaban a reconocer la existencia de un asesino en serie en las calles de México. Tuvieron que reconocer que eran incapaces de localizar a la persona que estaba cometiendo tal barbarie y que estaban superados por los hechos, a pesar de existir varios testigos, huellas dactilares, retratos robot... y un sin fin de cadáveres. Podemos decir que como en muchas ocasiones de crímenes que hemos tratado aquí, la ineptitud de la policía queda latente. En realidad, no sabían ni a quien buscaban, a una mujer, a un hombre disfrazado, un travesti, no sabían si era un asesino que actuaba en solitario o si tal vez se trataba de una banda organizada. Vamos que estaban perdidos por completo.
Total, que ante la presión social se dedicaron a detener, travestís, y prostitutas, básicamente por si sonaba la flauta, sometiéndoles a infinidad de abusos. Algo que hizo que el colectivo saliera a la calle para protestar por estos hechos.
También utilizaron ancianas como cebo a quien dejaban en los parques o jardines por si el asesino atacaba de nuevo, la policía negó esto, pero una de estas ancianas a las que se le pagó por hacer de señuelo, declaró que los agentes le pagaban cien o doscientos pesos por arriesgar su vida.
El 18 de octubre Juana asesina a María de los Ángeles Repper de 92 años. La policía detiene a Oliver Guzmán López, acusado de ser cómplice de los asesinatos contra las ancianas. Aunque él aportó unos billetes de avión que demostraban que se encontraba en Philadelphia en el momento de los crímenes, aun así, fue torturado para que confesara su participación en los asesinatos. Una anciana de 87 años declaró que Oliver quiso entrar en su casa unos días antes, pero que ella misma lo sacó del domicilio por qué sabia karate, algo difícil de creer bajo mi punto de vista, pero había que buscar un chivo expiatorio y le toco a Oliver. Ante todo, esto, el acusado dio permiso a las autoridades para que registraran su casa de donde se llevaron varios de sus objetos personales e incluso llegaron a detener a su hermano, al que pusieron en libertad por falta de pruebas dos días después. Tiempo más tarde, con la detención de Juana, quedó exonerado de todos los cargos, pero nadie se disculpó por el atropello cometido contra su persona.
El 25 de septiembre del 2006 la carrera criminal de “la Mataviejitas” llega a su fin. Ana María era una viuda de 84 años que tenía alquilada una habitación a un joven camarero, esta ayuda económica extra le venía muy bien para cumplimentar su pensión que era relativamente baja. Desayunaron juntos y al terminar cada uno se fue a sus quehaceres diarios, el joven al restaurante cercano donde trabajaba y Ana María a realizar las compras al mercado. Sobre las once de la mañana Juana ya estaba al acecho y observo como la anciana volvía bastante cargada por lo que se ofreció a ayudarla con las bolsas, la anciana acepto encantada y ya una vez dentro de la casa Juana le contó que hacía servicios de lavado y planchado a domicilio. La anciana le ofreció 22 pesos por la docena de prendas, dinero que a Juana le resulto bastante bajo. Como respuesta solo escuchó que Ana María decía “Así son siempre las gatas, quieren ganar demasiado”. La ira se apoderó de Juana, que con un movimiento rápido se hizo con el estetoscopio y estrangulo a la viuda. Después procedió como de costumbre llevándose lo que le pareció valioso. Abandono la vivienda, pero en ese momento Joel regresaba a la casa. Se encontraron de frente, pero Juana ni tan siquiera miro al joven, cuando este entro en la casa se encontró con el cadáver de su casera en el suelo rodeada de un charco de sangre que salía de sus oídos. Inmediatamente, salió a la calle corriendo y casi atrapa a Juana que se dirigía a la estación del metro. Joel estaba desesperado y gritaba pidiendo ayuda, la casualidad quiso que dos policías que patrullaban cerca atendieran con rapidez su llamada de auxilio y detuvieron a Juana sin ninguna dificultad.
Su cómplice, el taxista, conocido como “el frijol” había huido al darse cuenta de la situación, aunque fue detenido unos días después.
Durante el registro de la casa de Juana Barraza, que duro varias horas, se encontraron varios recortes de periódicos sobre los asesinatos de las ancianas. Aunque no sabía leer, conservaba todo lo publicado sobre los crímenes, tiempo llegó a declarar que podía pasarse horas en aquella habitación viendo los recortes y acariciando los recuerdos que tenía de cada una de sus víctimas.
En su casa también fue encontrado un altar a la Santa Muerte, con una serpiente y una manzana como ofrendas. A un costado había otras dos imágenes, un cuadro de Jesús Malverde, el santo de los narcotraficantes y una figura parecida a Buda. En otras de las paredes de aquel siniestro cuarto, un cuadro de Juana en sus tiempos de luchadora presidía la habitación. En el armario una bata blanca del instituto mexicano del seguro social, unos zapatos blancos y un estetoscopio. Tras la detención de Barraza también fue apresada su comadre Araceli Tapia, fue encarcelada por robo en el penal de Santa Martha Acacitla.
Según la confesión de Juana Barraza, sentía un fuerte odio hacia las mujeres de la tercera edad, especialmente cuando estas demostraban superioridad o creían que por tener dinero podían humillarla.
Se cree que Juana Barraza pudo asesinar a 48 víctimas. El 31 de marzo de 2008 el juez dictó sentencia contra la mataviejitas, fue condenada a 759 años y 17 días de prisión por 17 homicidios y 12 robos con violencia. En 2056 podía solicitar la libertad condicional, aunque para ese entonces tendrá 99 años, así que no sé si esto será posible.
Juana no tuvo dificultad alguna para adaptarse a su vida en prisión. Se dejó crecer el cabello y tomó un estilo más femenino. Estuvo durante siete días bajo estudios psiquiátricos a cargo del equipo de colaboradores de Feggy Ostrosky-Solís, directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología, en los que presentó una respuesta sensorial limitada en cuanto a las imágenes agradables, desagradables y neutrales que le fueron presentadas.
Durante las sesiones, exhibió una sonrisa sutil que era similar a la que mostró después de su arresto, cuando les demostró a los oficiales de policía cómo mataba a sus víctimas.
Juana Barraza estableció amistad con otras prisioneras, incluyendo a Sara Aldrete, conocida como "La Narcosatánica", quien se ofreció a enseñarle a leer y escribir. Además, Barraza pasó gran parte de su tiempo en prisión haciendo manualidades con rafia.
Dentro de prisión y a través de los ventanales, desde donde se veía el patio de la prisión masculina, conoció a Miguel Quiroz de 40 años. Se hablaban por señas y así entablaron una relación que termino en matrimonio el 26 de julio del 2015, aunque esta unión a penas les duro un año, no se puede decir que se les rompió el amor de tanto usarlo porque tan solo se vieron tres veces en encuentros de no más de cuarenta minutos.
Juana dedica gran parte de su tiempo en la cocina, ya que desde los lunes hasta los miércoles se dedica a vender tacos de guisado dentro del penal. Estos tacos son de diferentes variedades, entre ellas, su especialidad: la cochinita pibil, además de mole y arroz con huevo.
Su figura inspiró películas, canciones, chistes y la inclusión de un personaje similar en la serie de televisión Capadocia. Este hecho generó un cambio significativo en la forma en que México percibe a los asesinos en serie, y este cambio perdurará en el tiempo. Juana no se cansa de decir que ella es inocente y que se cometió una injusticia con su persona, asegura que morirá libre.
A continuación, os recomiendo algunos libros relacionados con su caso:
- "La Mataviejitas: La Verdadera Historia de Juana Barraza" de José Gil Olmos y Julio Scherer García. Este libro cuenta la historia completa de Juana Barraza, desde su infancia hasta su captura y condena por los asesinatos. Los autores se basan en entrevistas con la propia Barraza, así como con los investigadores del caso y los familiares de las víctimas.
- "Juana Barraza: La Dama del Silencio" de Guillermo Valdés Castellanos. Este libro también relata la vida de Juana Barraza, pero se centra en su personalidad y en las circunstancias que la llevaron a cometer los asesinatos. El autor se basa en entrevistas con Barraza y con personas que la conocieron antes y durante su carrera criminal.
- "Juana la Mataviejitas" de Víctor Ronquillo. Este libro es una novela basada en la vida de Juana Barraza. Aunque no se basa en hechos reales, el autor se inspiró en la historia de Barraza para crear una trama de ficción que refleja la violencia y la pobreza que afectan a muchas personas en México.
- "Mujeres peligrosas" de Javier Sinay. Este libro incluye un capítulo sobre Juana Barraza, así como otros casos de mujeres asesinas en América Latina. El autor explora las razones por las que estas mujeres cometen crímenes y cómo la sociedad reacciona ante ellas.
Es importante mencionar que algunos de estos libros pueden contener descripciones gráficas de violencia y pueden no ser aptos para todos los lectores.
Películas y documentales relacionados con Juana Barraza y su caso:
- "La Mataviejitas: La Verdadera Historia de Juana Barraza" (2016). Este documental presenta la historia completa de Juana Barraza, desde su infancia hasta su captura y condena por los asesinatos. Incluye entrevistas con la propia Barraza, así como con los investigadores del caso y los familiares de las víctimas.
- "La mujer de los dos" (2019). Esta película de ficción está basada en la historia de Juana Barraza, pero utiliza personajes y situaciones ficticias para contar una historia similar. La película explora las causas y las consecuencias de la violencia en México y en particular la violencia hacia las mujeres.
- "Mujeres Asesinas" (2008). Esta serie de televisión mexicana incluye un episodio basado en el caso de Juana Barraza. La serie presenta diferentes casos de mujeres que han cometido crímenes y explora las razones detrás de sus acciones.
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