Robert Lee Yates, el asesino de Spokane

                          

Imagina un tranquilo vecindario en el estado de Washington, donde las sombras esconden un oscuro secreto. Un padre de familia aparentemente común, Robert Lee Yates, oculta una vida de terror y asesinatos en serie. Durante décadas, aterrorizó a la comunidad, cometiendo crímenes atroces que desconcertaron a las autoridades.

Robert Lee Yates Jr. nació el 27 de mayo de 1952 en Oak Harbor, Washington, en el seno de una familia con un pasado marcado por la tragedia. En 1945, su abuela cometió un asesinato al utilizar un hacha para quitarle la vida a su propio esposo, después lo troceo y se deshizo de los restos tirándolos a un cubo de basura, tras ser detenida fue internada en una institución mental donde pasó el resto de su vida. A pesar de este sombrío capítulo en la historia familiar, la familia de Yates logró avanzar, canalizando su fe en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, a la cual eran devotos seguidores.

Durante su infancia, se reportaron incidentes de presunto abuso sexual perpetrados por un vecino  cuando tenía aproximadamente seis años. No se tiene claridad sobre si recibió apoyo psicológico o ayuda tras estos traumáticos eventos. Además, se suma a esta difícil situación la pérdida de su madre cuando aún asistía a la escuela secundaria, lo cual representó un golpe devastador para él, ya que mantenía una conexión especial con ella.
Era un chico estudioso y obediente que en la medida de lo posible evitaba los líos, siempre dispuesto aportar en su comunidad ayudó incluso en la reconstrucción  de su iglesia. 
Con tan solo 20 años se casó con Shirley Mylander, la pareja se mudó a College Place, donde se matricularon en la prestigiosa escuela religiosa de Walla Walla College, donde Robert se especializó en premedicina, aunque terminó abandonado los estudios dos años después.

En 1975, encontró empleo como guardia en la Penitenciaría del Estado de Washington en Walla Walla, aunque su permanencia allí fue breve, tan solo seis meses en los que tuvo tiempo de conocer a la que se convertiría en su segunda esposa Linda Brewer, con la que se casaría nada mas obtener el divorcio de Shirley.

En apariencia, la vida de Robert estaba encauzada. Sin embargo, lo más inquietante de todo esto es que, tan solo un año después de convertirse en padre por primera vez, cometió sus dos primeros asesinatos.
Antes de entrar en detalle sobre los delitos que cometió, es importante revisar la carrera laboral de Robert, que a primera vista parecía estable y exitosa. 

Este hombre, quien recibió reconocimientos en varias ocasiones por su trabajo, ocultaba una inquietante doble vida.
Robert, decidió enrolarse en el Ejército, donde sirvió a su país durante 19 años como piloto de helicóptero. 

Optó por retirarse poco menos de un año antes de cumplir con los requisitos para recibir beneficios de jubilación. A lo largo de su carrera militar, pilotó un helicóptero OH-58D Kiowa, empleado por el Ejército en misiones de reconocimiento. Yates participó en diversos operativos, que incluyeron su servicio en Alemania, su participación en la Guerra del Golfo, su contribución en los esfuerzos de socorro después del devastador huracán Andrew y su participación en una misión de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en Somalia. 

Además de contar con una licencia de piloto militar, Yates también obtuvo la cualificación comercial para volar aviones de transporte y helicópteros. Durante su servicio militar, fue condecorado con múltiples medallas y distinciones, incluyendo tres medallas de servicio meritorio, tres medallas de reconocimiento del Ejército, tres medallas de logros del Ejército y dos medallas expedicionarias de las Fuerzas Armadas. Tras recibir una honorable baja militar, Yates optó por trabajar en una fundición de aluminio y también se unió a la Guardia Nacional de 
Washington.

El 22 de febrero de 1990, alrededor de las 8:30 a.m., el equipo de homicidios del Departamento de Policía de Spokane recibió una llamada, informándoles de la aparición del cadáver  de mujer de ascendencia afroamericana cuyo cuerpo desnudo se encontraba en un terraplén cercano al río Spokane. Tanto los agentes que llegaron inicialmente al lugar como los detectives que posteriormente llevaron en el caso, constataron que la joven había sido víctima de múltiples disparos. Los orificios causados por los disparos  sugerían el uso de un arma de pequeño calibre. A pesar de una minuciosa búsqueda en el área, no se logró hallar ninguna prenda de vestir ni efectos personales pertenecientes a la víctima. 

Además, no se encontraron rastros de balas ni casquillos de proyectiles disparados, lo que planteó la posibilidad de que el asesino hubiera tomado medidas para eliminar cualquier evidencia, utilizado un arma que no expulsara casquillos o incluso cometido el homicidio en otro lugar antes de trasladar el cuerpo. Junto a la víctima, únicamente se encontraron una peluca de color negro, una manta verde similar a las utilizadas por el ejército, otra manta de múltiples colores y una toalla blanca.

La víctima en este caso fue identificada como Yolanda Sapp, una mujer de 26 años. Los investigadores no tardaron en descubrir que Sapp tenía un historial de arrestos relacionados con la prostitución y el consumo de drogas. La última vez que la vieron con vida fue dos días antes de que encontraran su cuerpo, en una zona conocida por ser frecuentada por prostitutas y proxenetas. En ese momento, llevaba pantalones vaqueros negros, zapatos de tacón alto negros, ropa interior negra, una camiseta negra y un abrigo de piel de conejo de color beige. Sin embargo, cuando se encontró su cuerpo, ninguna de esas prendas pudo ser encontrada. 

Después de hablar con varias de las personas que la vieron por ultima vez, la policía determinó que le faltaban nueve pulseras, una cadena de plata, dos anillos (uno de los cuales era su alianza de boda) y un bolso de jean o mezclilla. 

El domingo 25 de marzo,el departamento de policía de Spokane recibía una llamada alertando del hallazgo de otro cuerpo en la carretera. Una mujer blanca, que presentaba varios orificios de bala. Se trataba de Nickie Lowe, de 34 años.  Al igual que la víctima anterior, Nickie tenía un historial de prostitución y abuso de drogas. La última vez que se la vio con vida fue un día antes en el área de East Sprague de Spokane.

Durante la autopsia de Nickie Lowe, los forenses recuperaron una bala de calibre 22 ademas notaron un fuerte olor a aceite de motor emanando de su cuerpo. Los resultados de las pruebas de toxicología confirmaron la presencia de cocaína.

A pesar de que los detectives encargados de investigar los asesinatos de Yolanda Sapp y Nickie Lowe estaban razonablemente seguros de que ambas mujeres habían sido asesinadas por el mismo individuo, la investigación no avanzó significativamente durante las siguientes siete semanas y no se encontraron más cuerpos. Esto llevó a los investigadores a preguntarse si su asesino se había mudado o, posiblemente, se encontraba inactivo por un tiempo. Sin embargo, esta incertidumbre no duró mucho tiempo.

El martes 15 de mayo de 1990, aproximadamente a las 7:45 p.m., las autoridades del Departamento del Sheriff del Condado de Spokane respondieron a un informe sobre el hallazgo de un cuerpo en la zona cercana a Trent y Pines, en las inmediaciones del río Spokane. La víctima, una mujer de origen caucásico, fue descubierta sin ropa, a excepción de los anillos que adornaban sus dedos. Presentaba notables contusiones y heridas en la cabeza, lo que llevó a los investigadores a sospechar que había sido agredida con un objeto contundente. Además, se observaron evidencias de heridas de bala en su cuerpo. Durante la inspección de la escena del crimen, se recuperaron prendas de vestir femeninas, así como un par de zapatos. 

También se encontró una bolsa de plástico que mostraba rastros de sangre, una colilla de cigarrillo y se tomaron muestras de la vegetación circundante. Sin embargo, en este caso, se lograron identificar las huellas de neumáticos y se registraron cuidadosamente los patrones de la banda de rodadura a través de fotografías.

Kathleen Brisbois, de 38 años, fue la última víctima identificada en esta serie de crímenes. Durante la autopsia, se extrajeron  varios proyectiles y se recolectaron muestras de cabello y fibras que se enviaron al laboratorio estatal de delitos para su análisis. Las pruebas toxicológicas revelaron la presencia de morfina y metabolitos de cocaína en el sistema de Brisbois, lo que indicaba que había consumido cocaína y posiblemente heroína antes de su fallecimiento. Los investigadores tenían motivos para creer que Brisbois estaba involucrada en la prostitución en el momento de su muerte.

En este punto, debido a las notables similitudes entre las muertes de las víctimas, el uso de un arma de pequeño calibre y la vinculación con la prostitución en todos los casos, los investigadores no albergaban dudas de que se enfrentaban a un auténtico asesino en serie. Sin embargo, la identificación del asesino aún se encontraba pendiente, y la preocupación general era que podría cobrar más vidas antes de ser capturado.

Dos años después el 13 de mayo de 1992, otro cuerpo fue encontrado en Bill Gulch Road. La víctima, de ascendencia caucásica, fue identificada como Sherry Anne Palmer, de tan solo 19 años, la víctima más joven hasta ese momento. Su cuerpo apareció con varios impactos de bala en el pecho y una bolsa de plástico en la cabeza.

Las investigaciones posteriores revelaron que Palmer había sido vista por última vez saliendo del Motel de Al, un lugar conocido por ser frecuentado por prostitutas y sus clientes, en la noche del viernes 1 de mayo de 1992. Según lo que se pudo determinar, salió del motel en un taxi alrededor de las 11 p.m. con la intención de encontrarse con su novio, pero lamentablemente nunca llegó al lugar de la cita. Aunque tenía un historial de participación en la prostitución, no se tenía constancia de que Palmer consumiera drogas ilegales.

Transcurrieron más de tres años hasta que se halló a la siguiente víctima. En ese tiempo, los investigadores de Spokane mantuvieron una estrecha comunicación con sus colegas en diversas localidades en busca de cualquier pista que pudiera conectar a las víctimas con un posible sospechoso. Lamentablemente, todo lo que tenían en común eran víctimas con historias vinculadas a la prostitución que habían sido asesinadas de manera similar, con disparos efectuados por un arma de pequeño calibre, y cuyos cuerpos desnudos habían sido abandonados en diferentes lugares. La aparición de la última víctima en el condado de Kitsap, al noroeste de Seattle, confirmó que este depredador estaba operando en múltiples localidades. Además, la proximidad de la última víctima al oeste de Washington renovó las preocupaciones de que el asesino del Green River todavía pudiera estar activo en la zona.

El viernes 25 de agosto de 1995, se descubrió el cuerpo desnudo de Patricia L. Barnes, una mujer blanca de 60 años, en Peacock Hill Road,  en el condado de Kitsap. En la escena del crimen, el detective Ron Trogdon, del Departamento del Sheriff del Condado de Kitsap, encontró que el cuerpo estaba parcialmente cubierto con follaje que claramente había sido transportado desde otro lugar. En el lugar, se localizaron varios rulos, pero no mucho más. Sin embargo, Trogdon identificó una segunda pila de follaje similar a la que cubría el cuerpo de Barnes, situada a una milla de distancia del lugar donde se halló el cadáver. Al inspeccionar el lugar, los investigadores descubrieron dos bolsas de plástico que contenían rulos similares a los encontrados junto al cuerpo. Además, se encontró rastro de sangre en el segundo sitio, que más tarde se confirmó que pertenecía a Barnes.

La investigación que Patricia L. Barnes, hasta ese momento la víctima con mas edad relacionada con el asesino en serie de Spokane, fue vista con vida por última vez en Seattle alrededor del 22 de agosto de 1995, luciendo rulos en su cabello. Aunque Barnes tenía la reputación de llevar un estilo de vida en las calles, no se tenían registros de su participación en la prostitución o el consumo de drogas ilícitas. Sin embargo, se conocía su inclinación por el consumo de alcohol, un hecho que se confirmó mediante los resultados de la autopsia, que también revelaron la presencia de dos balas de calibre 22 en su cuerpo. 

Basándose en la evidencia recopilada, el estilo de vida de la víctima, las pruebas balísticas, la forma en que se halló su cuerpo desnudo y la fuerte indicación de que Barnes había sido asesinada en un lugar distinto y luego trasladada y abandonada en el lugar del hallazgo, el detective Trogdon tomó la decisión de contactar al detective Marvin R. Hill, quien formaba parte del grupo de trabajo encargado de investigar a asesinos en serie en el Departamento de Policía de Spokane. Al comparar las pruebas y los antecedentes relacionados con Barnes con los de las víctimas en Spokane, quedaron pocas dudas de que tanto Trogdon como Hill estaban persiguiendo al mismo asesino.

El viernes 14 de junio de 1996, se encontró el cuerpo en estado de descomposición de Shannon R. Zielinski, una mujer de 39 años, cerca de la intersección de Mt. Spokane Park Drive y Holcomb Road en Spokane. A diferencia de las víctimas anteriores, quienes habían sido halladas sin ropa, Zielinksi llevaba puesto un vestido corto gris. 

Según el detective Hill, había sido cubierta con una toalla sobre el torso, y se encontraron un par de pantimedias, un par de calcetines blancos y una bota negra alta cerca de ella. En la escena del crimen no se halló ningún bolso ni identificación, y la identidad de Zielinski se estableció posteriormente mediante un análisis de huellas dactilares. Se descubrió una carcasa de proyectil en el lugar y, al igual que en los casos anteriores, había poca evidencia de derramamiento de sangre y ninguna señal de lucha, lo que sugería que había sido asesinada en otro sitio. Al igual que las víctimas anteriores, Zielinski había sido víctima de disparos mortales.

Mientras el detective Hill investigaba la historia de Shannon R. Zielinski, descubrió que tenía vínculos con la prostitución ademas de serios problemas con las drogas, debido al avanzado estado de descomposición de su cuerpo, no se pudo realizar un análisis toxicológico.

La última vez que se vio a Zielinski fue el 27 de mayo de 1996, alrededor de la 1 p.m., en las cercanías de las calles Sprague y Helena en Spokane. Testigos la vieron compartiendo alcohol con un grupo de hombres, incluso un oficial de policía se acercó para hablar con ella, aunque no fue detenida. Según las declaraciones  de los testigos, Zielinski salió esa noche a buscar clientes. No se volvió a tener noticias de ella hasta que se encontró su cuerpo.

El martes 26 de agosto de 1997, más de un año después del hallazgo del cuerpo de Shannon Zielinski, fueron descubiertos dos cuerpos.

El primer cadáver era el de Heather Hernandez
de 20 años una conocida prostituta. Los restos en estado de descomposición se encontraron en un campo  en Spokane. En el momento del hallazgo, solo llevaba puesta una camisa y un sujetador, sin que se encontrara ninguna otra prenda de vestir, zapatos, bolso o identificación cerca de su cuerpo. El detective Hill notó un rastro visible de sangre que se extendía desde la parte noreste de un estacionamiento hasta el campo donde se encontró su cuerpo, lo que indicaba que su cuerpo había sido arrastrado hasta su ubicación final. La causa de su muerte fue un disparo.

En otro escenario, el detective Rick Grabenstein, quien también formaba parte del equipo de trabajo sobre asesinatos en serie de Spokane, investigó el hallazgo del cuerpo de una mujer asiática. A través de las huellas dactilares, se identificó más tarde el cuerpo como el de Jennifer Joseph, de 16 años. Los investigadores de la escena del crimen recuperaron varios elementos, incluyendo una toalla de color azul claro, una blusa con un botón de nácar faltante, pantalones negros de cuerpo entero, dos zapatos, ropa interior, una parte de una antena de radio y un condón usado. Como en los casos anteriores, la evidencia sugirió que había sido asesinada en otro lugar y luego trasladada al sitio donde se encontró su cuerpo. La causa de su muerte fueron múltiples heridas de bala.

Durante la autopsia, se observó que las uñas de las manos y de los pies de Jennifer estaban pintadas con esmalte brillante, cuyos fragmentos se encontraron en otras partes de su cuerpo. También se encontraron tres aretes tipo tachuelas con pequeñas piedras pálidas en su oreja izquierda, pero solo dos en su oreja derecha, lo que sugiere que uno se desprendió durante el encuentro con su asesino. Del mismo modo, faltaba una pestaña postiza en su cuerpo, lo que indica que probablemente se le cayó durante el encuentro con su asesino.

Otra de las prostitutas que trabajaban en la misma zona que Jennifer, aseguró haberla visto por ultima vez el 16 de agosto sobre las 11:35 de la noche.La testigo la vio en compañía de un hombre blanco, de aproximadamente 30 a 40 años, en un Corvette blanco. Este automóvil resultaría ser la primera pista concreta en el caso, ya que establecía una posible conexión entre alguna de las víctimas y un sospechoso.

Mientras la investigación de los asesinatos seguía su curso, con detectives y agentes encubiertos vigilando las áreas frecuentadas por trabajadoras sexuales, un oficial de policía  realizó el primer contacto con Robert L. Yates, Jr., de 45 años. 

Yates conducía un Chevrolet Corvette blanco de 1977 con matrícula de Washington KIH442 cuando fue detenido por una infracción de tráfico menor alrededor de las 12:45 de la noche del miércoles 24 de septiembre de 1997. Fue multado y se le permitió seguir su camino. Sin embargo, el nexo entre el Corvette de Yates y el asesinato de Jennifer Joseph no se hizo evidente de inmediato, ya que el oficial de patrulla había cometido un error en su informe al mencionar que Yates conducía un Camaro. La conexión se descubrió más tarde, después de que el grupo de trabajo revisara el registro del "Camaro" y se diera cuenta de que en realidad se trataba de un Corvette. Mientras tanto, los cuerpos seguían apareciendo.

El 5 de noviembre de 1997, un vecino hizo un macabro descubrimiento. El hombre  se encontró con un cadáver en avanzado estado de descomposición que había sido ocultado en una tumba superficial, cerca de un pequeño arroyo. 

En el lugar del hallazgo, no se encontró ninguna prenda de vestir, a excepción de una blusa. Tras posteriores investigaciones, se identificó el cuerpo como el de Darla Sue Scott, de 29 años, quien tenía un historial conocido de prostitución y arrestos relacionados con drogas.

La autopsia reveló que Scott había sido víctima de disparos, posiblemente con una pistola de calibre 0,25 o de un calibre incluso menor. Junto al cuerpo de Scott, se encontró dos bolsas de plástico. Además, se halló un envase de espuma de poliestireno con restos de cacahuete cerca de la carretera.

Un mes después, en la parte occidental del estado, el 7 de diciembre de 1997, el Departamento de Policía de Tacoma, respondió a una llamada que alertaba sobre un cuerpo encontrado en número 5000 de la calle South Adams alrededor de la 1:30 de la madrugada. 

El cuerpo de una mujer yacía desnudo, parcialmente oculto entre la maleza cerca de la carretera. La ropa de la víctima, esparcida sobre su cuerpo, la cabeza estaba cubierta parcialmente por bolsas de plástico. En la escena se encontró una carcasa de proyectil  de calibre 0,25. Posteriormente, se identificó al cuerpo como el de Melinda Mercer, de 34 años.

Sin embargo, en la escena del crimen faltaba un gran bolso verde que la mujer utilizaba habitualmente, junto con varios anillos de bisutería que solía lucir. La ausencia de estos objetos personales, así como la notoria falta de pertenencias de otras víctimas, llevó a los detectives a formular la teoría de que el asesino podría estar guardando algunos de los objetos de sus víctimas como trofeos o recuerdos de sus espeluznantes "hazañas".

Melinda fue vista por ultima vez la noche del 6 de diciembre en el aparcamiento de una tienda de comestibles. En ese momento, estaba en compañía de un hombre que conducía una minivan de color burdeos. la mujer tenía un historial previo de prostitución y abuso de drogas, y las pruebas de toxicología revelaron que había consumido cocaína y opiáceos antes de su muerte. La autopsia confirmó que murió a causa de heridas de bala.

Diez días después,  se encontró otro cuerpo en la misma área de Spokane donde se había hallado el cadáver de Darla Sus Scott en noviembre. El cuerpo estaba completamente vestido, pero tenía bolsas de plástico cubriendo la cabeza. Había sido arrojado colina abajo deteniéndose a unos 25 pies del borde de la carretera. Los investigadores recuperaron numerosos pelos y fibras, de la escena del crimen, que enviaron al laboratorio estatal de criminología para su análisis. La causa de la muerte fue un disparo. El cuerpo fue identificado más tarde como el de Shawn Johnson., de 36 años. La última vez que se la vio con vida fue cuando salió de su casa dos meses antes, la noche del 17 de octubre, para trabajar como prostituta.

La mujer tenía planeado encontrarse mas tarde con su compañera de cuarto, pero nunca lo hizo, y no se volvió a saber de ella hasta que encontraron su cuerpo. Aunque su vehículo fue hallado en el aparcamiento de un de K-Mart  el 19 de octubre y reportado como abandonado por un empleado de la tienda, las autoridades no lo consideraron evidencia relevante hasta el 23 de diciembre, después de que se descubriera que era víctima del escurridizo asesino en serie. En ese momento, el vehículo fue procesado como prueba y se recuperaron varios artículos, incluyendo pelos y fibras.

El viernes 26 de diciembre de 1997, se descubrieron los cuerpos de dos mujeres caucásicas. A diferencia de muchas de las víctimas anteriores, ambas estaban completamente vestidas, aunque les faltaban los zapatos. Los cuerpos estaban cubiertos de restos de vegetación diversa que no era común en la zona, como arce de hoja de encaje, Arbor Vitae, abedul, rosa, hortensia, uva de Oregón, arce, langosta de miel, forsythia, agracejo japonés y crisantemo, entre otros. También se recuperaron tierra, rocas, piezas de hormigón, madera, astillas de pintura blanca, una pluma teñida de rojo, cáscaras de cacahuete, huesos de cereza y una etiqueta de identificación de plantas de plástico similar a las que se encuentran en viveros y que decía "Sweet William".

Estas dos víctimas fueron identificadas como Laurel A. Wason, de 31 años, y Shawn A. McClenahan, de 39 años. Ambas tenían tres bolsas de plástico en la cabeza, y las autopsias revelaron que las dos habían sido asesinadas a tiros. Al igual que con todas las víctimas anteriores, se creía que el lugar donde se encontraron sus cuerpos no era donde habían sido asesinadas. Además, se determinó que Laurel Wason llevaba una gabardina negra cuando fue vista por última vez, mientras que Shawn McClenahan llevaba una gabardina de nylon azul. Ambos abrigos no se encontraron en sus cuerpos y no se recuperaron.

Debido a los esfuerzos evidentes para ocultar los cuerpos, así como a la utilización de una amplia variedad de escombros y material vegetal, los investigadores desarrollaron una teoría que sugiere que estos escombros y material vegetal podrían haber sido recolectados en la residencia del asesino o en otro lugar al que él tuviera acceso. 

Argumentaron que, una vez identificado un sospechoso, podrían comparar el material vegetal y los escombros encontrados en las escenas del crimen con los que se hallaran en su propiedad, lo que podría ser crucial para establecer un vínculo entre el asesino y los lugares de los cuerpos.

El cuerpo de Derning había sido ocultado bajo una capa de hierba, y varios trozos de espuma de poliestireno y dos cubiertas de bañera de hidromasaje la cubrían, aparentemente procedentes de un montón de escombros en el terreno baldío. La víctima estaba completamente desnuda, y lo más inusual era que le faltaba su dentadura inferior, que tenía su nombre grabado. La causa de su muerte fueron heridas de bala, y un análisis toxicológico posterior reveló la presencia de metanfetaminas en su organismo.

Cuando el Departamento del Shérif del Condado  llegó a la escena, encontraron el cadáver en avanzado estado de descomposición, con tres bolsas de plástico cubriendo su cabeza y una herida de bala en la misma. Se recuperó una bala de calibre 9 mm en el lugar, aunque investigaciones posteriores indicaron que Ellis tenía en su posesión una pequeña pistola que podía disparar balas de 9 mm. Esto llevó a los investigadores a creer que la bala encontrada en la escena pertenecía a la víctima en lugar de a su asesino. Sin embargo, no había rastro del arma en la escena. Al igual que otras víctimas, se sabía que la mujer estaba involucrada en la prostitución y el uso de drogas. Dado que se estaban investigando asesinatos de prostitutas en varios condados que estaban claramente relacionados con el asesino en serie de Spokane, quien evidentemente viajaba por todo el estado para cometer sus crímenes, los detectives del condado de Pierce notificaron rápidamente a las autoridades de Spokane sobre su hallazgo. El descubrimiento del cuerpo de Ellis elevó el número oficial de víctimas atribuidas al asesino en serie de Spokane a 17.

"Me llamo Anne y también soy la hija de Melody Murfin. Y solo me gustaría decir que todo el mundo dice que esto es un cierre y que esto es lo que nos va a hacer sentir mejor al final. Sin embargo, mi madre tomó malas decisiones, pero eso nunca la convirtió en una mala persona.Yates toma malas decisiones y eso lo convierte en una persona terrible. Y el acuerdo de culpabilidad: estoy agradecido de saber ahora que mi madre nunca volverá a mí. Tan pronto como ella no llegue a ser parte de mí, no creo que debas ser capaz de ser parte de ninguna parte de tu familia. ¿Cómo pudiste hacernos eso? ¿Cómo pudiste llevar a mi madre y enterrarla en tu patio? Y tu familia camina alrededor de mi madre durante dos años y medio. Le robaste el alma. No creo que merezcas ver la luz del día. Alguna vez has visto a tu familia. Debes ser atormentado en prisión por el resto de tu vida. Torturado. Eres un monstruo enfermo. Y serás juzgado. Eso es todo lo que tengo que decir".

Antes de que se dictara sentencia Robert Yates dijo lo siguiente: 
"Te he quitado el amor, la compasión y la ternura de tus seres queridos, y he dejado en ese lugar el dolor y la amargura... En mi lucha por superar mi culpa y mi vergüenza, me he vuelto a Dios... Espero que Dios reemplace tu... dolor con paz".

El primer hijo de la pareja llegaría tan solo medio año mas tarde, con el paso de los años completarían su familia con la llegada de cuatro hijas más. 

Robert L. Yates, Jr. llevó a cabo su primer asesinato en julio de 1975, cuando Susan Savage y Patrick Oliver fueron asesinados. Savage, de 22 años, y Oliver, de 21 años, estaban disfrutando de un picnic en Mill Creek cuando Yates se les acercó y les disparó. 

Patrick recibió tres disparos en la cabeza, mientras que Susan recibió dos. Sus cuerpos fueron descubiertos días después del asesinato. Sin embargo, Yates no confesó su crimen durante otros 25 años.


El 28 de diciembre de 1988, encontraron el cuerpo de Stacy Hawn de 23 años. Su cuerpo apareció en el condado de Skagit en Washington. Era una conocida prostituta, su cadáver presentaba un úrico disparo en la cabeza.


Este trágico incidente muestra que Yates tenía un historial criminal de asesinatos mucho antes de que se le relacionara con los asesinatos de prostitutas en Spokane. Su largo historial de asesinatos en serie solo se hizo público y se resolvió después de que fuera arrestado en relación con los asesinatos de prostitutas en la década de 2000.


El domingo 8 de febrero de 1998, se encontró el cuerpo de una mujer blanca en una zanja ubicada en  una zona rural del condado de Spokane. La víctima fue identificada como Sunny G. Oster, de 41 años, una prostituta muy  conocida y adicta a las drogas. El cadáver apareció completamente vestido, y se encontraron un par de zapatos. Se encontraron varios orificios de bala en su cuerpo  y su cabeza estaba cubierta por tres bolsas de plástico.

La última vez que alguien vio con vida a Sunny fue el 1 de noviembre de 1997, mientras ejercía la prostitución. En ese momento, llevaba consigo un bolso beige que nunca apareció y que la policía sospecha podría haber sido tomado como un trofeo por el asesino.


El miércoles 1 de abril de 1998, se descubrió el cuerpo de Linda Maybin., una mujer de 34 años, a poca distancia del lugar donde se encontraron los cuerpos de Laurel Wason y Shawn McClenahan en diciembre del año anterior. El cuerpo de Maybin estaba cubierto de vegetación que no era propia de esa área y coincidía con muchas de las especies encontradas en las anteriores escenas.

 Esto fortaleció la teoría de los investigadores de que posiblemente el material vegetal había sido traído por el perpetrador desde su lugar de origen. El cuerpo de Maybin estaba completamente vestido, y se encontraron restos de bolsas de plástico cerca de su cabeza. Dado que el cuerpo estaba altamente descompuesto y había sido perturbado por animales, se dedujo que había estado allí durante un largo período.


El estado de descomposición y los signos de daño animal coincidían con la última vez que Maybin había sido vista con vida, el 21 de noviembre de 1997, cuando un oficial de policía la contactó en East Sprague. Si bien es posible que la hubieran visto la noche siguiente, no se pudo confirmar dicha información. La desaparición de Maybin fue reportada el 29 de noviembre de 1997 por un empleado del Distrito de Salud del Condado de Spokane que trabajaba con prostitutas. El hecho de que el cuerpo de Maybin se encontrara cerca de los lugares donde se hallaron los cuerpos de Wason y McClenahan llevó a los investigadores a creer que el asesino estaba utilizando esa área como un lugar para desechar los cadáveres en serie. Sin embargo, a pesar de una búsqueda exhaustiva de la zona.

Todos estaban al tanto de la dependencia de Maybin a las drogas, especialmente al crack y la cocaína. Varios de las personas interrogadas coincidieron en un detalle relevante: la víctima solía llevar consigo una pipa para fumar crack, que mantenía cuidadosamente oculta en la zona de su pelvis. Sin embargo, esta pipa no fue hallada en su persona, aunque en su lugar se encontró una hoja de papel doblada que había guardado en esa región de su cuerpo. Además, la bolsita de terciopelo que siempre solía llevar consigo tampoco fue hallada.

El 7 de julio de 1998, se encontró el cuerpo de una mujer de raza blanca en un terreno abandonado. Más tarde se identificó a la víctima como Michelyn J. Derning, de 47 años, quien tenía un conocido historial de prostitución y fue vista por última vez el 4 de julio de 1998 en Spokan

El martes 13 de octubre de 1998, se halló en Tacoma, el cuerpo de Connie L., de 35 años, conocida también como Connie L. LaFontaine. 


La evidencia balística, según el análisis realizado por Gaylan Warren del Laboratorio Forense Internacional de Columbia, estableció de manera concluyente que los casos de Nickie Lowe y Kathy Brisbois estaban relacionados. Warren concluyó que ambas víctimas habían sido asesinadas con un arma de fuego de calibre .22, posiblemente una pistola. En el caso de Sherry Palmer, el Laboratorio de Delitos de la Patrulla del Estado de Washington determinó que había sido disparada con un arma de fuego de calibre .32, muy probablemente una pistola semiautomática, según la opinión de Warren.

Sin embargo, en el caso de Patricia Barnes, la evidencia de balística presentaba limitaciones. Las balas de calibre .22 encontradas en su cuerpo estaban demasiado dañadas para compararse adecuadamente con otras balas recuperadas de diferentes víctimas. Aunque era plausible que estas balas provinieran de la misma pistola utilizada en los casos de Lowe, Joseph y Brisbois, su condición dañada dificultaba una determinación concluyente.

De manera similar, la evidencia balística en el caso de Zielinski y otros casos se consideró insuficiente para establecer conexiones precisas entre las balas y los fragmentos de bala recuperados de distintas víctimas. Aunque el científico forense Ed Robinson del Laboratorio de Delitos de la Patrulla del Estado de Washington concluyó que Zielinski había sido disparada con un arma de calibre 0,25, posiblemente una pistola semiautomática, no pudo confirmar si otras víctimas también habían sido alcanzadas por el mismo tipo de arma. Robinson señaló que las balas recuperadas del cuerpo de Zielinski eran de la marca Magtech, la cual tenía disponibilidad limitada en el estado.


En los casos de Hernández, Wason, Maybin, Johnson, McClenahan, Oster y Ellis, se encontró evidencia de que todas estas víctimas habían sido alcanzadas por disparos de un arma de calibre 0,25, muy probablemente una pistola semiautomática. Durante el análisis balístico, se compararon las balas recuperadas de estos casos para determinar posibles conexiones entre ellos.


Las pruebas balísticas revelaron que todas las balas, excepto las recuperadas de los cuerpos de Hernández y Ellis, compartían características similares. Sin embargo, no se pudo establecer de manera concluyente que las balas de Hernández y Ellis hubieran sido disparadas desde el mismo arma que las de los otros casos. Cabe destacar que la munición utilizada en el caso Hernández fue identificada como marca Magtech, la misma que se encontró en el caso de Zielinski. En contraste, las balas utilizadas en el caso Ellis pertenecían a una marca diferente, similar a Remington o Winchester.


En el caso de Mercer, las pruebas de armas de fuego indicaron que las balas eran de la marca Magtech y que habían sido disparadas desde el mismo arma que se utilizó en varios de los otros casos. Además, el estuche de cartucho de calibre 0,25 encontrado en el asesinato de Derning compartía características generales con los encontrados en el caso Mercer. Esto sugiere una posible conexión entre los asesinatos de Mercer y Derning, aunque no se pudo demostrar de manera concluyente que las mismas balas hubieran causado la muerte de ambas


Los investigadores hallaron una amplia variedad de pruebas relacionadas con cabello y fibras recopiladas en las proximidades de los cuerpos de las víctimas. Esta evidencia abarcaba pelos de diferentes orígenes, como pelo de gato, pelo de ciervo o alce, e incluso cabello humano que no correspondía a las víctimas. Un caso notorio fue el descubrimiento de pelo de gato en el sujetador de McClenahan, así como pelo de un animal teñido de negro y burdeos encontrado en el cuerpo de Barnes. También se encontraron vellos púbicos de diferentes grupos étnicos en los cuerpos de las víctimas.


Además de la evidencia relacionada con el cabello, se identificaron una variedad de fibras acrílicas y de acetato de diversos colores en los cuerpos de las víctimas.


Durante las autopsias realizadas a las víctimas, se halló esperma en los cuerpos de Scott, Johnson, Wason, McClenahan, Mercer, Derning y Oster. También se recuperó un condón con esperma en el cadáver de Maybin. Los análisis de ADN del esperma confirmaron que pertenecía a la misma persona. Aunque en muchos casos los cuerpos estaban en un avanzado estado de descomposición, este hallazgo representó un avance importante y permitiría a los investigadores establecer una conexión definitiva entre varios de los asesinatos una vez que se detuviera a un sospechoso y se obtuvieran muestras de su sangre para su comparación.


Dado que era común que las prostitutas recibieran pago por adelantado por sus servicios, la falta de dinero en las pertenencias de las víctimas en el momento de su muerte, así como la ausencia de carteras, identificaciones y bolsos, indicaba que cada mujer había sido robada antes o después de ser asesinada.


Menos de un mes después del asesinato de Connie Ellis, la policía tenía claro que el asesino podría atacar nuevamente en cualquier momento. Fue a la 1:25 de la madrugada cuando los oficiales de Spokane se fijaron en un hombre conduciendo un Honda Civic plateado de 1985 con matrícula de Washington 918AJH. El vehículo se detuvo para recoger a Jennifer Robinson, una  conocida prostituta. El conductor del Honda Civic resultó ser Robert L. Yates, y este encuentro sería la segunda vez que su nombre surgiría en la investigación del grupo de trabajo.


Cuando el oficial de policía abordó a Yates, este afirmó que el padre de Jennifer le había pedido que la llevara a casa. Dado que la mujer corroboró este dato no hubo razón para detenerlos, el oficial registró un informe de campo sobre el incidente, que luego llegó al grupo de trabajo. En ese momento, Robinson probablemente no se dio cuenta de cuanta suerte estaba teniendo.


Mientras seguían sus investigaciones, los detectives se encontraron con un informe presentado el 1 de agosto de 1998. Según este informe, Christine  Smith de 30 años, había sido víctima de una agresión y robo mientras trabajaba como prostituta en East Sprague. De acuerdo a su testimonio, fue recogida por un cliente en una camioneta negra de los años 70 con detalles naranja en el exterior del lado del pasajero. 


Describió el interior con asientos de vinilo marrón oscuro, una cama con marco de madera y un colchón en la parte trasera.


Christine declaro que el conductor era un hombre blanco, de aproximadamente 50 años, con una estatura de alrededor de 1,80 y un peso de unos 80 kilos. Tenia el cabello no demasiado corto y de un color rubio oscuro. Según Smith, su cliente no parecía nervioso, ni olía a alcohol, lo cual era algo que normalmente notaba en sus clientes.


Luego de acordar un precio por sus servicios, Christine indicó a su cliente que condujera a un estacionamiento detrás de una clínica. Mientras se dirigían al lugar, el cliente le dijo que era piloto de helicóptero de la Guardia Nacional.  También le confesó ser padre de cinco hijos. Una vez en el estacionamiento, el hombre le pagó 40 dólares por sexo oral. Se dirigieron a la parte trasera de la camioneta y acostaron sobre el colchón, donde la mujer realizó sexo oral durante unos 5 a 7 minutos. Durante ese tiempo, no consiguió tener una erección. En algún momento después de esos 5 a 7 minutos, el hombre la golpeó en la cabeza con un objeto desconocido, casi haciéndola perder el conocimiento. La mujer se tambaleó hacia atrás y luchó por mantenerse consciente. El hombre le exigió que le devolviera su dinero, y ella luchó por encontrar la manija de la puerta lateral corredera de la camioneta, pero no pudo encontrarla. Desesperada, se dirigió hacia la parte delantera del auto mientras intentaba recuperar el dinero del hombre de los bolsillos de sus pantalones. Con sangre goteando de su cabeza, logró llegar al área del asiento delantero y salió por la puerta del pasajero, horrorizada por lo que había vivido.


Smith llegó al cercano Centro de Rehabilitación de St. Luke, donde recibió ayuda de un guardia de seguridad. Este guardia la llevó al Hospital del Sagrado Corazón, donde le dieron tres puntos de sutura para cerrar una herida que tenía por encima y detrás de su oreja izquierda. Después de su salida del hospital, se puso en contacto con la policía y proporcionó detalles sobre lo que le había sucedido.


A pesar de las investigaciones posteriores,  no pudo proporcionar una identificación positiva del sospechoso que la había atacado.

Con el paso de los días y los meses, los detectives del grupo de trabajo comenzaron a estar cada vez más convencidos de que Yates era el principal sospechoso. Encajaba en la descripción general del agresor que había atacado a Christine, incluyendo su edad y apariencia, que coincidían hasta en la marca en la cara. Además, se supo que Yates era miembro de la Guardia Nacional de Washington y había servido como piloto de helicóptero, detalles que aumentaban las sospechas sobre él.


El martes 14 de septiembre de 1999, uno de los detectives del grupo de trabajo visitó la casa de Yates, ubicada en 2220 East 49th en Spokane. Yates no estaba en casa o no estaba disponible, y el detective dejó un mensaje para que Yates se pusiera en contacto con el detective Marvin Hill lo antes posible. Yates cumplió y se puso en contacto con Hill ese mismo día, y se hicieron arreglos para que se reuniera con Hill y otros detectives, incluido David Bentley, al día siguiente en el Edificio de Seguridad Pública. Cuando Yates apareció, los detectives lo saludaron en el vestíbulo. Inmediatamente notaron que tenía el pelo castaño claro, y observaron que estaba sudando profusamente.


Después de ser llevado a una sala de interrogatorios, los detectives le informaron de que su nombre había salido a la luz en relación con la investigación del asesinato en serie. Le dijeron que no lo consideraban sospechoso en ese momento, que no tenía que responder a ninguna pregunta y que era libre de irse en cualquier momento. Yates reconoció que lo entendía.


Yates fue interrogado por primera vez sobre el contacto que había hecho con la chica y la policía el 10 de noviembre de 1998, y básicamente repitió la misma historia que le había contado al oficial de policía que lo detuvo, a saber, que había recibido instrucciones de recoger a la chica después de que su padre le pidiera que lo hiciera. Era una historia bastante común que los Johns suelen contarle a la policía cuando los han pillado recogiendo a una prostituta, y los detectives se lo dijeron. Sin embargo, Yates se quedó con la historia. Cuando se le pidió que recordara el nombre de la chica, tuvo dificultades para hacerlo, pero dijo que pensaba que su nombre era Jennifer. Cuando le preguntaron el nombre de su padre, les dijo a los detectives que no podía recordarlo. Cuando se le preguntó cómo conocía al padre de Jennifer Robinson, afirmó que habían trabajado juntos durante un corto tiempo. Mientras continuaba respondiendo a sus preguntas, Yates afirmó que llevó a la joven a su casa, que dijo que estaba a unas dos cuadras de la Avenida Misión


El martes 14 de septiembre de 1999, uno de los detectives visitó la casa de Yates. Pero no estaba en casa o simplemente no quiso atenderle, el detective dejó un mensaje para que Robert se pusiera en contacto con el detective Marvin Hill lo antes posible. Yates se puso en contacto con Hill ese mismo día, y se hicieron arreglos para que se reuniera con Hill y otros detectives, incluido David Bentley, al día siguiente en el Edificio de Seguridad Pública. Cuando Yates apareció, los detectives lo saludaron en el vestíbulo. Inmediatamente notaron observaron que estaba sudando de manera considerable.


Después de ser llevado a la sala de interrogatorios, los detectives le informaron de que su nombre había salido a la luz en relación con la investigación de los asesinatos en serie. Le dijeron que no lo consideraban sospechoso en ese momento, que no tenía que responder a ninguna pregunta y que era libre de irse en cualquier momento. Yates reconoció que lo entendía.


Fue interrogado por primera vez sobre el contacto que había hecho con la chica y la policía el 10 de noviembre de 1998, y básicamente repitió la misma historia que le había contado al oficial de policía, que había recibido instrucciones de recoger a la chica después de que su padre le pidiera que lo hiciera. Es una historia bastante común que los hombres suelen contarle a la policía cuando los han pillado recogiendo a una prostituta, y los detectives así se lo hicieron saber. Sin embargo, Yates se quedó con la historia. Cuando se le pidió que recordara el nombre de la chica, tuvo dificultades para hacerlo, pero dijo que pensaba que su nombre era Jennifer. Cuando le preguntaron el nombre de su padre, les dijo a los detectives que no podía recordarlo. Cuando se le preguntó cómo conocía al padre de Jennifer Robinson, afirmó que habían trabajado juntos durante un corto tiempo. Mientras continuaba respondiendo a sus preguntas, Yates afirmó que llevó a la joven a su casa, que dijo que estaba a unas dos calles de la Avenida Misión.


Los detectives confrontaron directamente a Yates, expresándole que no creían en su historia. También le dejaron claro que los actos relacionados con prostitución, drogas y otros delitos menores no eran relevantes para su investigación y que no enfrentaría consecuencias por admitir estar involucrado en tales actividades. Sin embargo, subrayaron que su enfoque principal estaba en los asesinatos que habían ocurrido y que mentirles solo aumentaría las sospechas sobre él como posible sospechoso. Le hicieron saber que verificar la verdad de su historia sobre Jennifer Robinson contactando al padre de la joven sería fácil y que eso podría confirmar o refutar su relato. Yates mantuvo su afirmación de que estaba diciendo la verdad.


Cuando se le preguntó sobre la infracción de tráfico, en la que fue detenido mientras conducía un Corvette blanco, afirmó que había cambiado de carril abruptamente para evitar chocar con un autobús. Dijo que en ese momento regresaba a su trabajo en Pantrol,, y admitió que había sido dueño del Corvette blanco pero lo había vendido a un amigo tiempo después. En cuanto a otros vehículos, mencionó que tenía un Honda Civic plateado de 1985 y un Honda Accord azul oscuro de 1985. Afirmó que tenía acceso a vehículos en el trabajo pero que los usaba con moderación y nunca los llevaba a casa.


Luego, los detectives indagaron sobre cualquier contacto que haya tenido con prostitutas. Yates mencionó que recogió a una autoestopista en el otoño de 1998 debido al frío extremo, y cuando ella subió a su auto, le hizo una propuesta. Según él, la dejó a una milla de distancia de donde la recogió. Afirmó que no tuvo ningún otro contacto con prostitutas en Spokane, aunque admitió haber contratado prostitutas en Alemania varios años antes mientras prestaba servicio en el ejército.


Finalmente, se le preguntó si estaría dispuesto a proporcionar voluntariamente una muestra de sangre a los detectives para ayudar a descartarlo como sospechoso. Yates respondió que quería discutir el asunto primero con su esposa y que luego les llamaría con su decisión. Más tarde, llamó para informar que no proporcionaría la muestra de sangre solicitada.


Al día siguiente de la entrevista de Yates con los detectives, estos contactaron a Jennifer Robinson. Ella recordó el incidente que involucraba a Yates y a la policía, y admitió que ambos habían llegado a un acuerdo para realizar sexo oral por 40 dólares. Robinson explicó que cuando la policía los detuvo, ella le había indicado a Yates que contara al oficial la historia sobre su padre, la cual, según ella, era falsa. Afirmó que su padre no vivía en Spokane y que nunca había trabajado con Robert.


Tras descubrir que Yates les había proporcionado información falsa, los detectives comenzaron a considerarlo un sospechoso aún más fuerte en los asesinatos de prostitutas. Decidieron contactar al amigo al que Yates había vendido el Corvette blanco.


La actual propietaria del Corvette informó a los investigadores que había adquirido el automóvil a Yates en mayo de 1998. Una verificación de los registros del título reveló que Yates había sido el propietario del Corvette desde el 8 de septiembre de 1994 hasta el 7 de mayo de 1998. Durante el interrogatorio, la nueva propietaria recordó que Yates le había mencionado que había cambiado la alfombra del vehículo un año antes. Ella dio su consentimiento para que se realizara una búsqueda del automóvil, durante la cual se obtuvieron varias muestras de fibras de diferentes lugares del vehículo. Estas muestras se enviaron al Laboratorio de para su análisis.


Se descubrió que la alfombra del Corvette había sido reemplazada en dos ocasiones durante un período de dos años mientras estaba en posesión de Yates. Los detectives consideraron esto inusual a menos que la alfombra estuviera dañada o manchada de alguna manera.


La entrevista al antiguo empleador de Yates en Pantrol proporcionó a los detectives información adicional sobre los vehículos que Yates había tenido mientras trabajaba allí. Esto incluía una camioneta de mediados de los años 80, posiblemente con tracción en las cuatro ruedas, y una furgoneta. La fecha en que Yates obtuvo la furgoneta coincidía con el período en el que Christine Smith había sido atacada en agosto de 1998. Esto llevó a los detectives a especular si la furgoneta podría ser la misma que Christine había descrito como la del atacante.


La omisión de Yates al mencionar estos vehículos durante su entrevista con los detectives generó sospechas  sobre su veracidad y cooperación en la investigación.


El 5 de abril de 2000, el científico forense Kevin Jenkins informó a los detectives que las fibras recuperadas del Corvette coincidían con las fibras recuperadas durante la investigación del asesinato de Jennifer Joseph. Un grupo de fibras de nylon resultó ser idéntico tanto visual como microscópicamente en cuanto a color, textura y forma. Otro grupo de fibras, aunque más claro y ligeramente diferente en color, también era similar a una fibra recuperada durante la investigación de Jennifer. Estas coincidencias fortalecieron aún más la conexión entre Yates y los crímenes.


La obtención de pruebas adicionales del Corvette de Yates proporcionó evidencia adicional que lo vinculaba al asesinato de Jennifer Joseph. Se encontraron manchas de sangre en varias áreas del vehículo, incluyendo el suelo del lado del pasajero, la hebilla del cinturón de seguridad y otras áreas. Las pruebas químicas confirmaron que estas manchas eran de sangre, y se extrajo ADN de tres de las manchas. Los perfiles de ADN coincidieron, lo que indicaba que todas provenían de la misma persona.


Los investigadores ya habían obtenido muestras de sangre de los padres de Jennifer Joseph y habían extraído ADN de esas muestras. La comparación de ADN entre la sangre encontrada en el Corvette y las muestras de los padres de Jennifer Joseph reveló una coincidencia muy cercana, lo que sugiere que las manchas de sangre en el Corvette pertenecían a un hijo de los Joseph.


Además, se descubrió que un botón blanco dentro del Corvette era idéntico a un botón en la blusa que se encontró en el cuerpo de Jennifer Joseph. Esta evidencia reforzó aún más la conexión entre Yates y el asesinato de Jennifer Joseph.


Con todas estas pruebas acumuladas, los detectives llegaron a la conclusión de que Robert L. Yates Jr. era el principal sospechoso en el caso de los asesinatos de prostitutas. Ya no había duda sobre su implicación en los crímenes.


Mientras los detectives continuaban investigando los antecedentes de Yates, descubrieron que durante un período de un año, desde la primavera de 1997 hasta la primavera de 1998, Yates estuvo castigado y no se le permitió volar mientras esperaba el resultado de las evaluaciones médicas. Este período de castigo coincidió con el tiempo en que muchas de las prostitutas fueron asesinadas, lo que llevó a los detectives a especular si su castigo podría haber desencadenado sus impulsos asesinos. Sin embargo, nunca se demostró una correlación definitiva en este sentido.


A medida que avanzaba la investigación, la esposa de Yates, Linda, proporcionó información adicional. Según Linda, recordó como su marido llegó a casa después de pasar la mayor parte de la noche fuera y notó una gran cantidad de sangre en la parte trasera de la camioneta. Según su relato, Yates había llevado a su hija al trabajo alrededor de las 11 de la noche, pero no regresó a casa hasta las 6:30 a.m. del día siguiente. Cuando él entró en la casa, inmediatamente tomó productos de limpieza y se dirigió a la parte trasera de la camioneta donde tenia  una cama plegable.


Linda informó a los detectives que Yates le había contado que había atropellado a un perro que se cruzó en su camino mientras conducía de regreso a casa. Según él, había recogido al perro y lo había colocado en la parte trasera de la camioneta, llevándolo a un veterinario. En el trayecto, Linda dijo que Yates le había comentado que el perro sangró profusamente sobre el colchón. Cuando llegaron a casa  se deshizo de el, reemplazándolo más tarde por otro nuevo.


El arresto de Robert L. Yates, Jr. el 18 de abril de 2000 marcó un punto crucial en la investigación de los asesinatos de prostitutas. Durante su arresto, las autoridades obtuvieron muestras de sangre de Yates, y los análisis de ADN posterior confirmaron que coincidían con los perfiles de ADN de las muestras de esperma tomadas de varias de las víctimas, incluyendo a Scott, Johnson, Wason, McClenahan, Mercer, Oster, Maybin y Derning. Esta evidencia de ADN proporcionó una conexión forense sólida entre Yates y los asesinatos, respaldando aún más los cargos en su contra.


Las pruebas que los detectives reunieron en la casa de Yates, incluyendo la vegetación idéntica a la que cubría los cuerpos de algunas de las víctimas, las piezas de hormigón roto, la madera con pintura blanca, las cáscaras de cacahuete y las rocas, así como el polietileno para embalaje esparcido por el patio, fortalecieron aún más las evidencias que vinculaba a Yates con los asesinatos.


La huella dactilar latente que se encontró en una bolsa de plástico en la cabeza de Shawn McClenahan y que coincidió con Robert L. Yates, Jr., proporcionó una conexión adicional entre Yates y uno de los asesinatos.


El testimonio de Christine Smith sobre las radiografías que mostraban fragmentos de metal en su cabeza y la posibilidad de haber sido herida de bala en lugar de golpeada, junto con su declaración de que Yates se parecía al hombre que la había agredido, también contribuyó a fortalecer el caso contra Yates.

Con cada nueva pieza de evidencia y testimonio que surgía, la sospecha sobre Yates se hacía más sólida, y la acumulación de pruebas comenzaba a presentar un caso sólido en su contra por los asesinatos de prostitutas.


El descubrimiento de una camioneta Ford de 1979 que coincidía con la descripción proporcionada por una de las víctimas y que tenía manchas de sangre, así como una carcasa de bala, proporcionó pruebas físicas que vinculaban a Yates con los asesinatos. La presencia de balas del mismo calibre utilizado en varios de los asesinatos en el vehículo de Yates también fortaleció el caso en su contra.

Con las pruebas acumuladas y la cantidad de víctimas implicadas, Robert L. Yates, Jr. enfrentó numerosos cargos de asesinato en primer grado y otros delitos relacionados con los asesinatos y asaltos a prostitutas en el área de Spokane. Su declaración inicial de inocencia estableció las bases para un largo proceso legal que se desarrollaría en los tribunales.


El hecho de que los fiscales en ambos condados buscaran la pena de muerte contra Robert L. Yates, Jr. muestra la gravedad de los cargos que enfrentaba y la naturaleza extremadamente seria de sus crímenes. 

El proceso legal que enfrentaría Yates sería largo y complejo, ya que involucraba múltiples cargos y jurisdicciones. Los juicios por pena de muerte suelen ser extensos y minuciosos, y ofrecen a los acusados la oportunidad de presentar su defensa en detalle.


El acuerdo propuesto por Robert L. Yates, Jr. para declararse culpable de 13 cargos de asesinato en primer grado y un cargo de intento de asesinato en primer grado a cambio de cadena perpetua es un giro significativo en su caso. Esto indicaría su disposición a admitir su culpabilidad en numerosos asesinatos y proporcionar información sobre la ubicación de una de sus víctimas desaparecidas, en este caso, Melody Murfin.


Este tipo de acuerdos, conocidos como acuerdos de culpabilidad o declaraciones de culpabilidad negociadas, a menudo se utilizan en el sistema legal para evitar juicios prolongados y costosos y garantizar una condena. A cambio de su declaración de culpabilidad, Yates evitaría la pena de muerte, que era una amenaza muy real en su caso debido a la gravedad de los cargos en su contra. Además, proporcionar información sobre la ubicación del cuerpo de una víctima desaparecida puede brindar un cierto grado de cierre a las familias de las víctimas y ayudar a resolver casos pendientes.


Sin embargo, el acuerdo propuesto tendría que ser aceptado por la fiscalía y aprobado por el tribunal. También puede haber condiciones específicas que Yates debe cumplir como parte del acuerdo. En última instancia, será responsabilidad del sistema legal determinar si acepta o rechaza el acuerdo y si Yates cumple con los términos acordados.


El hecho de que Robert L. Yates, Jr. se declarara culpable de 13 asesinatos y proporcionara información sobre la ubicación del cuerpo de Melody Murfin es muy importante para el desarrollo de este caso.


La declaración de la hija de Melody Murfin en la sala del tribunal seguramente fue un momento emotivo y conmovedor. 


El 3 de octubre de 2002, Robert L. Yates, Jr. fue condenado a muerte por inyección letal por un jurado. Yates no mostró ninguna emoción mientras su sentencia era leída, su padre y hermana se abrazaban llorando mientras el no movía ni una pestaña, su esposa y sus hijos decidieron mantenerse alejados y no asistieron.

La ejecución prevista para el 11 de septiembre del 2008 fue suspendida, para darle tiempo a la defensa a interponer recursos. En la actualidad Robert Yates se encuentra en la Penitenciaria del Estado de Washington, a la espera de ser ejecutado.


Conclusiones:

El caso de Robert Lee Yates, Jr. nos sumerge en las profundidades perturbadoras de la mente criminal y nos enfrenta a la oscuridad que puede habitar en lo más profundo de la humanidad. A través de décadas de engaños y terribles actos, este asesino en serie dejó una marca indeleble en la historia de la delincuencia.  Este caso nos recuerda que la justicia puede ser lenta, pero finalmente prevalecerá, y que honrar a las víctimas es un compromiso que nunca debemos abandonar."


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Fuentes:

https://www.crimelibrary.org/serial_killers/predators/yates/up_11.html

http://destylou-historia.blogspot.com/2010/11/robert-lee-yates-el-asesino-de-spokane.html



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